Crecimiento, Trabajo y Nutrición
-Cómo mejorar la densidad ósea del caballo
El esqueleto del potro se desarrolla durante el último trimestre de gestación y sigue cambiando en densidad y contenido mineral durante toda la vida del caballo. Esto quiere decir que para lograr un correcto desarrollo óseo, se debe aportar al caballo una nutrición correcta y una carga de trabajo adecuada durante toda su vida.
Los Potros de 0 a 18 meses
El tamaño corporal máximo que un determinado caballo podrá alcanzar de adulto está genéticamente predeterminado, sin embargo el índice de crecimiento puede estar influenciado por un gran número de factores, entre ellos el ambiente, la nutrición y el manejo. Un índice de crecimiento óptimo es aquel que alcanza el tamaño corporal deseable a una edad específica y con los menores problemas de desarrollo posibles. El manejo del crecimiento en caballos viene a ser un equilibrio entre conseguir un caballo de tamaño óptimo para un objetivo en particular sin que se produzcan problemas esqueléticos que reduzcan la capacidad atlética del animal.
El potro nace con solo un 17% de densidad ósea y termina su primer año de vida con un 76%. Esta densidad ósea oscilará durante toda su vida dependiendo de su edad, nutrición, lugar donde viva y lo que haga.
Los tejidos del caballo, ya sean de los huesos, cartílago articular, ligamentos, tendones o músculos, están constituidos por proteínas colagénicas y no colagénicas. Además, los huesos variarán en su resistencia de acuerdo al contenido mineral óseo y la densidad ósea que tengan. Así pues, la falta de algún componente, puede afectar notablemente a la matriz ósea y a la de otros tejidos.
Los componentes de la matriz de los tejidos también pueden estar afectados genéticamente por la nutrición o el historial de trabajo del animal. Hay investigaciones en seres humanos que demuestran, que la densidad ósea está estrechamente relacionada con la genética. Sin embargo, aunque exista una tendencia genética que dicte una matriz
ósea débil, unos niveles moderados de ejercicio pueden aumentar la densidad ósea o incluso prevenir la enfermedad de la Osteoporosis (disminución de la masa ósea).
En un estudio con potros desde su nacimiento hasta los 18 meses, un grupo de potros hizo ejercicio desde los 10 días de vida y el resto de los potros vivieron en el prado e hicieron un ejercicio normal en su entorno. Los potros sometidos a trabajo hicieron un ejercicio de 1.020 metros, aumentando poco a poco la velocidad.
Se observó que los potros que no hicieren ejercicio estaban notablemente más gordos cuando tenían de 3 a 4 meses de edad. Los potros que sí hicieron ejercicio, tuvieron notablemente menos casos de fisitis a los 2, 4, 6, 7 y 8 meses de edad. También se observó un pequeño aumento en la densidad ósea de los menudillos de los potros que hicieron ejercicio. Sin embargo, no se apreció ningún cambio en la membrana sinovial, ni en los parámetros del cartílago articular, pero si hubo un aumento en la formación de las áreas del hueso subcondral y del cóndilo lateral y medial del tercer metacarpiano.
Cuando terminó el estudio, los potros tenían ya 18 meses y las diferencias de peso entre los dos grupos no eran notables. Es decir que algo de ejercicio puede ser beneficioso para los potros y además, deben tener un acceso constante al pasto para poder desarrollar al máximo su sistema óseo. Lo que queda todavía pendiente por ver es si el ejercicio en estos potros tuvo algún efecto en su calidad ósea durante su carrera deportiva o si se puede percibir algún efecto sobre otros tejidos como los tendones o ligamentos.
Hay numerosos estudios que han investigado la relación entre la densidad ósea y la edad en los caballos jóvenes en crecimiento. Glade et al. (1986), divulgó que la densidad ósea medida por medio del hueso cañón y la solidez en los huesos metacarpianos y metatarsianos de los caballos PSI jóvenes cambian con la edad de una manera curvilínea, aunque la relación aparezca linear hasta los 300 días de edad. Esto es similar a las conclusiones de los estudios de El Shofra el atl. (1979), Jeffcott y MCCartney (1985) y Lawrence y Ott (1985).
Un estudio dirigido por Hoffman et al. (1999) encuentra una relación directa entre la densidad ósea y la edad (R2= 0,81) y la densidad ósea y el peso corporal (R2= 0,76)
desde el nacimiento hasta los 450 días de edad. En este estudio, la densidad ósea osciló según la edad y la estación del año. Concluyó diciendo que los cambios en la densidad ósea son debidos a los cambios en la dieta, el ejercicio, el rigor de las estaciones, variaciones en la leche materna y cambios en la calidad del pasto.
Tabla 1. Contenido mineral del hueso (BMC y medidas morfológicas del hueso en el tercer hueso metacarpiano de los potros PSI
En un estudio más reciente dirigido por Reichmand et al. (2004), donde la densidad ósea era medida mediante absorciometría del fotón dual en caballos Cuarta Milla Americanos durante el primer año de vida, correlacionándolo con la edad (R2= 0,83) y el peso (R2= 0,91), se consiguieron unos resultados parecidos a los de los estudios anteriores. Pero en este estudio no se encontró una influencia estacional en invierno parecida a la del estudio de Hoffman. Hay que tener en cuenta que fue realizado en Brasil con unas condiciones climáticas templadas.
Si observa los datos publicados por el estudio más reciente de Kentucky Equine Research, la densidad ósea de un grupo de potros en Kentucky aumenta considerablemente desde mayo de 2003, más tarde, en noviembre de 2003 se aprecia una reducción significativa de valores del contenido mineral óseo comparados con los registrados en octubre (P> 0,001), con valores que no aumentan otra vez hasta abril de 2004. La reducción de la densidad ósea durante los meses de otoño e invierno, coincide con una reducción en el peso corporal medio ganado al día, el cual es el típico crecimiento de los potros PSI criados en Kentucky (Pagan et al., 1996). Otros factores como la disponibilidad del pasto, longitud del día y actividad voluntaria, pueden contribuir también a la reducción de la contenido mineral ósea.
Variaciones en Densidad Ósea en el Potro de 0 a 14 meses
Potros entrando en trabajo
Kentucky Equine Research llevó un seguimiento del peso corporal y el crecimiento esquelético de un grupo de 30 potros PSI nacidos en 2003 y criados por una yeguada en Kentucky. Se tomaron radiografías dorso palmares del tercer hueso metacarpiano de forma mensual. Una cuña de aluminio fue expuesta simultáneamente con el tercer hueso metacarpiano, para ser utilizada como referencia estándar. Las equivalencias entre el aluminio y el hueso en la radiografía fueron comparadas en tres sitios: en el lateral y en el medio con densidades máximas y en el centro con una densidad medular mínima en la cavidad medular. El contenido mineral del hueso en gramos para un corte transversal de hueso de 2 cm. era estimado usando ecuaciones de regresión por Ott et al. (1987). Las medidas morfológicas del hueso (la anchura de hueso, anchura medular, anchura lateral e intermedia cortical) fueron determinadas mediante radiografías. El peso corporal también fue registrado mensualmente usando una balanza digital.
Este estudio demostró que cuando el potro empieza a trabajar, se supone que los huesos están ya formados, sin embargo, hay una degeneración sorprendente en la densidad ósea, el contenido mineral del hueso y los niveles de osteocalcina, calcio y fósforo en plasma que son los marcadores actualmente aceptados para medir la calidad ósea del caballo.
Cinco de los caballos del estudio sufrieren sobrecañas durante el trascurso del mismo. Se notó que los huesos de estos caballos no reaccionaron ante el entrenamiento como los de los demás caballos del grupo. La razón detrás de esta falta de reacción no está clara, ya que todos los caballos fueron manejados y entrenados de manera similar.
Las variaciones en la densidad ósea son debidas no solo a la entrada en trabajo, sino que están también relacionadas con el cambio en su ambiente y la nutrición. El potro sufre un cambio importante cuando pasa de estar en el prado en movimiento más o menos constante a vivir en un espacio de unos 4x4 metros y solo salir una hora al día. El hecho de no estar expuesto al sol, por estar encerrado en un box, también afecta al nivel de vitamina D que puede producir el caballo.
En tres estudios no relacionados, se notó una pérdida importante en la densidad del tercer metacarpo en los primeros dos meses de trabajo, especialmente cuando los caballos estuvieren estabulados sin acceso a prado. A partir de los 2 meses hubo un aumento continuado de densidad ósea, llegando al punto inicial de fuerza a los 4 meses de entrenamiento.
Estas investigaciones son preocupantes cuando se comparan con otros datos relacionados con fisuras, sobrecañas y otras lesiones relacionadas con el esqueleto. Se estima que el 80% de los potros PSI de dos años en Australia, padecen sobrecañas y esta cifra es parecida a la de los caballos analizados en Japón (66%) y en Estados Unidos (70%). Esta cifra baja cuando se analizan los potros de tres y cuatro años, pero hay todavía un gran número de lesiones relacionadas con la pérdida de densidad ósea.
La conformación del caballo obviamente tiene un papel importante en estos tipos de lesiones, pero en general hay un consenso que dictamina que hay que estudiar como deberíamos introducir la carga de trabajo de los caballos jóvenes para permitir que su esqueleto gane la fuerza necesaria para aguantar la carga de trabajo a la que están sometidos.
El Caballo Adulto
Si el caballo deja de trabajar, por lesión u otro motivo, se producirá un efecto en el esqueleto o una perdida de densidad ósea similar a los potros que comienzan a trabajar. Así que si no tenemos la paciencia para hacer el trabajo necesario para recuperar la densidad ósea, podemos conseguir un “caballo de cristal”. Sus músculos y el sistema respiratorio estarán en forma, pero corre un riesgo alto de padecer una lesión músculo- esquelética.
El Trabajo
Un trabajo correcto modela y reestructura los tejidos e incluso llega a aumentar el colágeno y densidad ósea. Una cantidad de trabajo incorrecto o excesivo destruye los tejidos y daña la matriz del hueso.
Históricamente, en Inglaterra cuando un caballo comenzaba a trabajar, en primer lugar paseaba más de una hora en carreteras durante unos 30 días antes de empezar otros tipos de trabajos. Esto le proporcionaba una base para empezar a mejorar la densidad ósea, pero las carreteras son muy duras y este tipo de trabajo puede llegar a perjudicar las articulaciones a largo plazo. En otro estudio, un grupo de caballos paseaban 40 minutos en duro mientras que otro grupo paseaba los 40 minutos y además trotaba sobre duro
unos 10 minutos 4 veces por semana. El grupo que también trotó en duro aumentó su densidad ósea más rápidamente que los caballos que solo pasearon.
En España, tenemos caminos de tierra que son ideales para aumentar la fuerza de los huesos y no son tan perjudiciales para las articulaciones. Sin embargo, en España no es tan usual ver pasear y trotar los caballos en duro durante un mes antes de su entrada en trabajo.
La Nutrición
Una correcta nutrición puede aumentar los componentes que forman la matriz del sistema óseo tanto en el potro como en el caballo adulto. Sabemos que los niveles actualmente marcados por el NRC (1989) no son suficientes para desarrollar una densidad ósea óptima, especialmente cuando el caballo tiene que efectuar un trabajo fuerte.
Las proporciones correctas de calcio, fósforo y magnesio han sido identificadas como las claves para la densidad ósea del caballo. El nivel de trabajo aumenta el requisito de calcio y demás micro-minerales proporcionalmente. En efecto, es primordial manejar los niveles de nutrientes que reciben los caballos desde el cuarto mes de gestación hasta el nacimiento del caballo y durante toda su carrera deportiva para mejorar su densidad ósea.
En Conclusión
La gran cantidad de días de entrenamiento perdidos, de caballos que terminan sus carreras deportivas antes de empezar y de dinero que se pierde debido a lesiones relacionadas con la densidad ósea, nos obliga a analizar como manejamos nuestros caballos. Los estudios no son una panacea que automáticamente vayan a resolver esta situación. Pero tenemos la oportunidad de introducir pequeños ajustes, utilizando la última información disponible y poder así disminuir las lesiones en nuestros caballos.
Escrito por:
Coby Bolger
Horse1 –
Centro de Nutrición Equina
Fuentes de información:
Chris E Kawcak, Universidad de Colorado, Massey University, Royal Veterinary College (Allen Goodship) University of Utrecht (AB Barneveld), KER, Waltham Equine Laboratory, Dr. Joe Pagan, Delia Nash