¡Socorro!... ¡Creo que me han envenenado al caballo!
Imagina el escenario: Un caballo empieza a perder pelo, le pica todo el cuerpo, tiene dermatitis, cólico, laminitis o incluso, muere de manera repentina. El propietario piensa que ha sido algo que ha comido o ha tocado. Hay que llamar al veterinario urgentemente para que diagnostique y trate al caballo afectado. A continuación hay que evitar que otro caballo tenga el mismo problema. Este segundo paso es más complicado, porque hay que identificar qué es lo que ha envenenado al caballo, y cuales son los caballos susceptibles de ser envenenados.
En la reunión anual de la Asociación Americana de Veterinarios Equinos, se habló de algunos de los factores que hay que analizar para determinar la causa de los envenamientos.
Si todos los signos indican que el caballo ha tenido algún contacto o ha ingerido alguna sustancia venenosa que haya causado su enfermedad, hay que encontrar la fuente de la sustancia y evitar que pueda afectar a otros caballos.
Las fuentes comunes de envenenamiento en el caballo son los fertilizantes, la basura en las proximidades o en de los prados y diferentes plantas, hojas, arbustos o malas hierbas que puedan crecer en este. Si se trata de una planta del prado, no es fácil resolver la cuestión, porque casi todos los pastos tienen plantas que pueden ser peligrosas. Que cause una reacción adversa o no, depende de la época del año, clima, de qué parte de la planta ha ingerido y qué cantidad. También tiene algo que ver la salud y el sistema inmunológico del caballo.
Hay que estudiar si el caballo ha comido algo que habitualmente no comería. Un caballo con hambre o un caballo muy delgado pueden comer plantas que otros caballos dejarían. Según el veterinario R.G. Write, un manejo incorrecto es el factor causante de la enfermedad en más del 50% de los casos investigados recientemente. Se echa la culpa a una planta en el pasto cuando el verdadero problema es la falta de un forraje adecuado y de calidad para que el caballo esté ocupado comiendo lo que debe. Un caballo con mucha hambre comerá cualquier planta, incluso las que le pueden causar una reacción alérgica fuerte. Un caballo que no tiene hambre normalmente evita las plantas tóxicas y además aguanta una reacción porque su forma física es mejor.
Si analizamos el requisito nutricional diario del caballo y lo comparamos con lo que está comiendo, se puede averiguar si la falta de nutrientes y alimentos puede contribuir al problema. Los pasos en el análisis de la ración deben ser los siguientes:
- Cada caballo debe ser pesado y se debe observar su estado de carnes para asegurar que no hay cambios. Según Wright, se debe observar cuántas veces al día se proporciona forraje de calidad y cuánto. Algunos propietarios proporcionan heno según el peso, otros dan “un par de librillos”, otros dan “la mitad de una paca” así que, puede haber bastante variación en la cantidad proporcionada.
- Hay que observar si los caballos tienen acceso constante al pasto o si solo pueden salir a pastar durante unas determinadas horas.
- Hay que observar cuantos kilos de pienso o cereales se proporciona.
Es necesario estudiar todo lo que ha podido estar en contacto con el caballo.- El investigador debe observar todos los forrajes, piensos, cereales, suplementos, hierbas y debe recoger muestras de todo. Aunque la contaminación de piensos y suplementos es bastante inusual, hay que seguir un protocolo organizado para poder descartar todos los riesgos.
Se deben tomar tres muestras idénticas de cada alimento en bolsas sellables. Se deben etiquetar las muestras con la fecha, el nombre del alimento, la fábrica y si tiene, su número de lote y la fecha de caducidad. El propietario del caballo debe quedarse con una de estas bolsas... El veterinario debe quedarse con otra y se debe mandar la tercera a un laboratorio para que busque moho, micotoxinas o contaminación por ionoforo (un compuesto orgánico que facilita el transporte de iones por las células).
El investigador debe abrir e inspeccionar alguna paca de forraje e identificar las plantas. Se debe intentar determinar si la paca proviene de un prado limpio o si puede contener plantas de suelo mojado, como el de las zonas del prado que están junto a un rio.
Si los caballos viven en boxes que tienen cama, se debe examinar el material de la cama y buscar su procedencia. Las camas de viruta pueden contener químicos relacionados con la industria de la madera y las camas de paja pueden tener altos niveles de ácaros u otros irritantes.
Se debe analizar el agua de riachuelos, lagos o tanques de agua y buscar contaminantes como algas, bacterias o químicos relacionados con la agricultura o la industria.
Se puede pedir a un experto en plantas inspeccionar el pasto para buscar plantas toxicas. Se deben mirar incluso las plantas próximas a los cercados, por si los caballos pueden llegar a estas aunque no estén en el prado. Si encontramos plantas no identificables, habrá que guardar una muestra para analizarla más tarde. Hay que observar por dónde ha estado el caballo, alrededor de qué plantas hay huellas, a qué plantas le faltan hojas etc... Cualquier pista vale para poder encontrar la causa.
Se debe valorar la condición general del pasto. Si las plantas están secas o enfermas, es posible que su aporte nutricional sea pobre y el caballo haya buscado otro sitio para comer. ¿Está el pasto en pleno crecimiento? ¿Hay calvas o muchas malas hierbas?
Nos gustaría manejar los pastos para que no tengan nunca nada que pueda envenenar al caballo si lo ingiere, pero, hay que ser realista.- No podemos estar todos los días andando por los prados para quitar cada mala hierba que no conozcamos. Las plantas tóxicas además varían según la región. Los propietarios y veterinarios deben saber cuáles son las plantas tóxicas de su zona. Hay que notar que no todas las plantas son siempre “buenas” o “malas”. Los narcisos, por ejemplo, pueden causar dermatitis en el morro del caballo cuando se comen frescos, si se corta y se seca en el heno, o si se congela, desaparecen sus toxinas. Con el sorgo y la hierba de Sudán pasa al contrario. Cuando se congelan, su contenido de cianuro aumenta y pueden ser más peligrosas que cuando están frescas.
En un estudio de muertes repentinas realizado sobre 200 caballos, en el 30% de los casos nunca se llegó a determinar la causa de las muertes. En muchas investigaciones, la causa primaria del problema nunca se llega a identificar. Los veterinarios necesitan involucrarse a fondo en estas situaciones y hacer una investigación extensa. Una búsqueda completa y el sentido común reducirán el número de casos que no llegan a resolverse.