
Esta es la pregunta más frecuente cuando hablamos sobre nutrición equina. Nos encontramos con una cierta actitud, de algo así, como de que no se debe arreglar lo que no está roto.
Si vemos claramente que el caballo está gordito y feliz, obviamente, su dieta es correcta.- ¿O no? .-Por lo general, si su caballo es sólo mascota, es decir, no trabaja y no se le exige ningún tipo de rendimiento, no hace falta darle una dieta especial; al igual que ocurre con los seres humanos, es fácil y barato engordar a un caballo.
Sin embargo, cuando nos interesamos por la dieta de nuestra familia, lo cual se está convirtiendo en lo normal en España.- ¿Cuántas veces nos quejamos de las comidas que ofrecen a nuestros hijos? .- Sólo alimentos con alto contenido en grasa y bajo en vitaminas y minerales. Hay menús de dos pizzas por el precio de una y hamburguesas a 1 Euro y sabemos que los niños estarían llenos y satisfechos con esa cantidad de alimento, pero, ya que en España la dieta Mediterránea es al menos en lo que hemos sido educados, tenemos claro que si esa es la base de su dieta, tendrán problemas de obesidad, diabetes, hipertensión y más a lo largo de su vida. Pues bien, esto mismo es lo que está ocurriendo con nuestros caballos en la actualidad.
¿Por qué es importante que el caballo reciba una dieta equilibrada?
El caballo evolucionó hace miles de años con un estómago pequeño y un intestino grueso adaptado para recibir pequeñas cantidades de forraje muy suave. Por lo tanto, la verdadera dieta natural del caballo es permitirle picotear en un prado durante unas 18 horas al día y que así pueda elegir de entre las distintas especies de plantas, las que más le gusten. Así pues, el organismo del caballo no está adaptado para absorber con facilidad las dietas que contengan algún elemento distinto del forraje.
Incluso si alimentamos al caballo únicamente con pasto, habría algunos problemas. El caballo salvaje raramente tiene cólicos o laminitis, pero no se parece ni de lejos a los animales rellenos y brillantes que reconocemos como nuestros caballos. Tampoco son tan grandes como los potros que se venden bien o como los que ganan en los concursos morfológicos y por supuesto, no tienen la masa muscular ni la densidad ósea necesaria para correr en carreras o hacer las temporadas de competición necesarias para ir a una Olimpiada o a un Campeonato del Mundo.
Si lo analizamos en comparativa con el ser humano, una dieta natural para nosotros sería recoger fruta y otros alimentos o cazar conejos y ciervos esporádicamente. Estaríamos más delgados, activos y saludables (si no nos da un ataque de alergia o tenemos algún otro contratiempo). Pasaríamos hambre en ciertas temporadas y habría mucho que comer en otras. Nuestra fertilidad estaría directamente relacionada con las temporadas, la luz y la cantidad de nutrientes disponibles. Pues bien, esto es lo que ocurre con los caballos.
Por lo tanto, hay que tomar una decisión. Si queremos guardar a los caballos en nuestras cuadras, criar potros enormes que nazcan cuando nosotros estimamos conveniente, competir dos veces al mes o correr 80 kilómetros en un solo día, tenemos que buscar una manera de aportar una nutrición adecuada a los atletas que exigimos ser a nuestros caballos.
Lo lógico es empezar con elementos fácilmente disponibles y que cuesten poco. Se puede engordar el caballo muy fácilmente con forraje seco, es decir heno, alfalfa y paja, que además es lo más parecido a una dieta natural de pasto. Hay que elegir el forraje seco con el perfil más adecuado para su caballo. Si está acostumbrado a la paja, esta le proporcionará la fibra necesaria, si está comiendo heno de prado, mejor, ya que le resultará más digestible. En el caso de yeguas lactantes o gestantes, viene bien aportar una mezcla de forrajes, alguno suave como el heno de prado para mantener una flora intestinal estable y algo de alfalfa, que aporta proteínas, calcio fácilmente absorbible y minerales.
Después de decidir qué forraje dar al caballo, hay que decidir la cantidad, la cual depende directamente del tamaño, peso y nivel de actividad del caballo. Si trabaja poco, es posible que pueda vivir sólo con forraje y además estar gordo. Si no mantiene su peso sólo con forraje, habrá que añadir algo que le aporte suficientes calorías para mantener su peso y tener suficiente energía para desarrollar un buen rendimiento.
¿Aporta el forraje todas las vitaminas y minerales que necesita el caballo?
En una palabra “no”. El contenido nutricional de los forrajes depende del terreno, del tipo de planta de la que proviene el heno y de cuando se corta este. El heno de alfalfa tiene mucho calcio y proteínas en general, el Ryegrass tiene un alto contenido en vitamina A, las festucas tienen un poco de todo, pero no tienen un alto nivel nutricional en general. Además, el forraje tiene unas variaciones muy grandes que no se pueden apreciar fácilmente. Si la planta se corta joven, su nivel nutricional suele ser más alto, si se corta tarde, la planta se vuelve indigesta y el poco nivel nutricional que aporta no se absorbe con facilidad.
Respecto a como identificar un buen heno, a simple vista, se puede ver si el heno está limpio o si por el contrario tiene bichos o moho, además se puede percibir si huele bien o no y deducir cuando se cortó más o menos. Si está quemado, es decir, si la materia seca está por encima del 92%, no tendrá ya apenas nutrientes y no podrá nutrir correctamente a los caballos sólo a base de este heno. Para saber el contenido vitamínico, si tiene minerales suficientes, el nivel de glucosa y la digestibilidad, es necesario mandar el heno a analizar y pedir exactamente que queremos saber. Hay que ser muy exigente con el forraje que recibe en su cuadra y tener en cuenta que hay unas diferencias abismales en calidad entre unos y otros, y por lo tanto los precios correspondientes deben ir en consonancia.
Hay que tener en cuenta también, que el contenido vitamínico del heno baja de manera considerable a partir de los 6 meses de haber sido cortado. Por lo tanto, hay que exigir heno de la temporada para asegurar una nutrición máxima y rechazar el forraje que haya sido almacenado durante más de 1 año.
Un forraje puede aportar suficiente energía para mantener al caballo en su peso óptimo, suficiente calcio y una proporción correcta de las vitaminas requeridas, pero siempre va a faltar algo.- De hecho, después de numerosos estudios, no se ha encontrado en ningún lugar del mundo un forraje que proporcione todo lo que necesita un caballo en trabajo o una yegua gestante o lactante. Según lo que sabemos hoy en día sobre el crecimiento óseo y la regeneración de tejidos, el forraje no aporta suficientes micro minerales. Así pues, es necesario añadir algo a la dieta de forraje, aunque sea una pequeña cantidad, para garantizar una salud óptima y un rendimiento del caballo a largo plazo.
¿Cómo sé lo que hay que añadir a la dieta de forraje?
Si el caballo no está trabajando o criando, si está gordo y parece contento, ¿Por qué molestarse en asegurar que el nivel de nutrientes es el correcto? .- Pues, porque lo que hagamos hoy, repercutirá a la larga en la salud y la carrera deportiva del caballo. Además, no tiene porque ser caro ni complicado.
En primer lugar, hay que tener una idea de qué tipo de planta proviene el heno, ya que cada tipo de heno tiene un perfil nutricional distinto. Los leguminosos tienen un nivel nutricional más alto, pero no se pueden proporcionar como única fuente de forraje porque el nivel de proteínas es demasiado alto. Si sólo tiene heno de prado o paja, hay que añadir más vitaminas y minerales porque no aportan apenas nutrientes. En general, todos aportan la fibra necesaria para mantener la flora intestinal estable, así que no hay que escatimar nunca en forraje.
Los nutrientes que le faltan al forraje se pueden añadir en forma de suplemento, en forma de correctores que pueden ser mezclas o granulados muy concentrados (para que sólo haga falta entre 500g y 1 Kg . diario) y también hay presentaciones de nutrientes en forma de melazas sólidas que se sueltan en medio del prado una vez por semana o se reponen cuando se hayan utilizado.
Si el caballo no mantiene su peso, se puede añadir avena y cebada que funcionan muy eficazmente y cuestan muy poco. Al igual que ocurre con el forraje, a los cereales les faltan ciertos nutrientes cruciales para el rendimiento deportivo o para criar, especialmente los micro-minerales. Además, los cereales no tienen la proporción correcta de calcio/fósforo, esencial para mantener la densidad ósea y otras funciones del organismo.
La dieta base consistirá pues en forraje y cereales, pero hay que añadir algún elemento más para equilibrar la dieta del caballo. Se pueden añadir correctores en forma de polvo, aceite de varios tipos, soja de 44 para subir el nivel de proteína, equilibradores en forma de piensos muy concentrados, granulados, etc.
¿Más cantidad es mejor?
Hay aficionados a añadir todo tipo de suplementos a la dieta del caballo para que “por si a caso” tenga todo lo que necesita. El problema de esta filosofía, es que hay ciertos nutrientes que en exceso pueden bloquear la absorción de otros nutrientes, perjudicar la salud del caballo e incluso pueden llegar a alcanzar niveles de toxicidad. Por ejemplo, si proporciona una la dieta basada en avena y el forraje proporcionado es heno de avena, heno de prado o paja, la proporción de calcio contra fósforo, tan importante para mantener una salud ósea, será incorrecta. Si proporciona demasiado zinc en la dieta, el caballo no puede absorber el cobre, aunque se le incluya en la dieta. Si no proporciona suficiente cobre a la yegua gestante, especialmente en su décimo mes de gestación, el potro no tendrá una de las armas más importantes para prevenir problemas de crecimiento. Por último, un exceso de proteínas, puede hacer que el caballo orine más de lo normal o llegue a deshidratarse si realiza un trabajo fuerte.
Así pues, cuando ve un caballo gordo, como cuando se ve un niño gordo, hay que preguntarse si está recibiendo los nutrientes necesarios para mantener su salud a largo plazo. En otras regiones del mundo, una nutrición correcta ha logrado que haya una mayor fertilidad, que los potros crezcan más grandes con menos problemas óseos y que los caballos logren competir más veces, de manera más competitiva y durante más años. Este es un tema que merece la pena ser estudiado más exhaustivamente, para poder aplicar esta misma filosofía en España.
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